De la mano del tiempo

 De la mano del tiempo

Dame la mano y camina
tiempo que deambulas solo;
caballero de espuelas y camino;
escudero de insomnios y sosiegos;
alquimista de olvidos y recuerdos;
carcelero de sueños y secretos;
tesorero de promesas y deseos;
árbitro de encuentros y destinos;
bordón de minutos incansables;
que, a vuelta de todo y vigilante,
amaneces preparando tu retorno.
Una y mil veces tu mirada perdida
sumida en inacción consciente
dibuja una sonrisa complaciente
huella efímera de tu voluntad dormida.




Caminas callado y en silencio
a la luz de la luna paso a paso,
desnudando con sigilo primaveras
en los brazos de veranos ya pasados.
Ni límites ni fronteras, sólo pasos;
las agujas del reloj mueven sus hilos
anocheciendo en el rostro de la vida
a ritmo de tu tic tac inapelable.
Verdugo despiadado, espina y rosa;
pavesa de sarmiento consumido;
otro tiempo silencioso; ya cumplido;
riguroso y resuelto sin correr, camina.
Con paso firme por dentro; decidido;
inyectas de vida las venas de los sueños
para que sin darnos cuenta, envejeciendo,
desgranemos la espiga del olvido.

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