De la noche a la mañana

 De la noche a la mañana

Silenciosos bulevares,
de asfalto adormecido,
de las tabernas, cantares,
ahogados en su sentido.
Alcantarillas que gimen,
las aceras se descalzan,
silencios que se dirimen
entre los sueños que alcanzan.
De las fachadas, los ojos
se cierran tras los balcones,
la ciudad adormilada
se refugia en sus rincones.
Arquitectura desnuda
en su geometría velada
eternamente sin duda
por la luna custodiada.
Silenciosa, se respira
la noche oscura, estrellada,
entre canciones, camina,
la luna, desengañada.




Entre caricias, el alba
se desnuda a la mañana,
perfumada entre jazmines
e ilusión de enamorada.
Cierran los ojos las luces
de las farolas calladas;
el cielo, los suyos azules,
abre, para acompañarlas.
Rumorean en los portales
las cerraduras echadas,
agradeciendo a las llaves
que las hagan liberadas.
Música tras los balcones
abiertos a bocanadas,
para airear los salones
de palabras trasnochadas.

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